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Fig.5 superficie C preparada para exportarse como stl. Experimento de diseño morfogenético. Pablo Kobayashi. 2002.

Pub­li­cado en la revista PISO No. 11

_emer­gen­cia: la obten­ción de resul­ta­dos com­ple­jos a par­tir de reglas de bajo nivel de sofisti­cación

La apli­cación de sis­temas emer­gentes en los pro­ce­sos de dis­eño es una ten­den­cia que ha surgido en los últi­mos años, abriendo un amplio espec­tro de explo­ración en difer­entes ramas del que­hacer arqui­tec­tónico.
Más que un reflejo del fenó­meno cul­tural cau­sado por la pub­li­cación del libro “Emer­gence: The con­nected lives of ants, brains, cities and soft­ware”, de Steven John­son, algunos hemos optado por la uti­lización de este con­cepto como una línea de pen­samiento com­pro­metida y pro­funda. La con­cep­ción de un sis­tema emer­gente (tra­duc­ción con­tex­tual­mente mas apropi­ada deemer­gence, que lit­eral­mente sería tra­ducido como emer­gen­cia) requiere de un com­pro­miso int­elec­tual  que va mas allá de la mera relación de estos pro­ce­sos con las téc­ni­cas dig­i­tales de creación formal.

Los fenó­menos emer­gentes han sido sim­u­la­dos, estu­di­a­dos y apli­ca­dos may­or­mente en sis­temas dig­i­tales. Ten­emos el clásico ejem­plo de la sim­u­lación del crec­imiento del moho de Mitch Resnick, del MIT, donde se ha desar­rol­lado un pro­grama que emula el com­por­tamiento de las célu­las del moho y su inter­ac­ción por medio de fer­omonas (fig. 1). Este pro­grama, fácil­mente acce­si­ble en la red, per­mite al usuario alterar la población de célu­las y el nivel de evap­o­ración de las fer­omonas, para después sim­u­lar la inter­ac­ción que estas célu­las ten­drían bajo estos cri­te­rios preestable­ci­dos. Es un acer­camiento activo a la exper­i­mentación con un sis­tema emer­gente en una plataforma gráfica.

El estu­dio y apli­cación de sis­temas emer­gentes nos rela­ciona inevitable­mente con otras ramas cien­tí­fi­cas, como la com­putación evo­lu­tiva. Actual­mente un sin­número de sitios como Wikipedia, You-tube y Ama­zon, uti­lizan algo­rit­mos genéti­cos para su fun­cionamiento y con­stante “evolu­ción” y “apren­dizaje”. Pero no ha sido hasta recien­te­mente que la apli­cación de algo­rit­mos genéti­cos ha comen­zado a ser estu­di­ada en el campo del dis­eño. Manuel de Landa ya hablaba de las impli­ca­ciones que podría tener esta her­ramienta: “Solo si la evolu­ción vir­tual puede ser usada para explo­rar un espa­cio lo sufi­cien­te­mente rico como para que el dis­eñador sea inca­paz de con­sid­erar y con­ce­bir todas las posi­bil­i­dades, solo si los resul­ta­dos impre­sio­nan o cuando menos sor­pren­den, entonces los algo­rit­mos genéti­cos podrán ser con­sid­er­a­dos una her­ramienta de visu­al­ización útil”.[1] Sigu­iendo esta ten­den­cia de explo­ración, desde el 2002 alum­nos del pro­grama Emer­gent Tech­nolo­gies and Design (EmTech) de la Archi­tec­tural Asso­ci­a­tion en Lon­dres, comen­zamos la exper­i­mentación entorno a la apli­cación de estos pro­gra­mas en los pro­ce­sos de dis­eño. Esta exper­i­mentación se llevo a cabo con el uso de un plug-in para Maya que pre­cisa­mente tiene como motor prin­ci­pal un algo­ritmo genético. Dicho plug-in, de nom­bre Genr8, desar­rol­lado por Mar­tin Hem­berg del MIT[2], per­mite al usuario generar super­fi­cies en un mod­elo de repro­duc­ción, selec­ción y elim­i­nación a par­tir de condi­ciones dadas. Así, el usuario asigna unas condi­ciones ambi­en­tales especí­fi­cas (ele­men­tos repe­lentes y atrayentes, condi­ciones de gravedad, con­tene­dor, etc.) (figs. 2,3 y 4) y los cri­te­rios de eval­u­ación para escoger la super­fi­cie más apta gen­er­ada. El pro­grama gen­era un primer par de super­fi­cies que después “cruza” para obtener otra gen­eración de super­fi­cies y así suce­si­va­mente el numero de gen­era­ciones que el usuario deter­mine, pudi­endo elim­i­nar o no a los “padres”. Al final aparece la super­fi­cie más apta y un lis­tado de las car­ac­terís­ti­cas del resto de las super­fi­cies gen­er­adas, así como su “código genético” que puede volver a ser usado para generar otras super­fi­cies bajo condi­ciones y cri­te­rios distintos.

En este pro­grama es obvia la relación ref­er­en­cial con el mod­elo evo­lu­tivo de las especies, donde el genotipo gen­era dis­tin­tosfenoti­pos según su relación con el medio ambi­ente y su adaptación a dis­tin­tas condi­ciones dadas a cumpliendo cri­te­rios de selec­ción que garan­ti­cen la super­viven­cia de la especie. En este pro­ceso es fun­da­men­tal la adaptación por pro­lif­eración; es decir, la evolu­ción de una especie se da solo después del paso de miles de gen­era­ciones en una dinámica de prueba y error. Se pueden tomar como cual­i­dades del pro­ceso con­cep­tos pro­pios de los mod­e­los evo­lu­tivos, como la plas­ti­ci­dad fenotípica, que es la propiedad de un genotipo de pro­ducir difer­entes fenoti­pos en respuesta a difer­entes condi­ciones ambientales

La con­sid­eración del mod­elo evo­lu­tivo genético como inspiración para la obten­ción de solu­ciones arqui­tec­tóni­cas ha ini­ci­ado una serie de dis­cu­siones sobre el papel que juega el arqui­tecto en el pro­ceso de dis­eño. Al ser el fac­tor aleato­rio una de las car­ac­terís­ti­cas deter­mi­nantes de cualquier estrate­gia evo­lu­tiva, teniendo como claro ejem­plo la evolu­ción de las especies, la inter­ven­ción del arqui­tecto en la gen­eración del mod­elo arqui­tec­tónico es com­ple­ta­mente difer­ente a la que ten­dría en un mod­elo tradi­cional de pro­ceso de dis­eño y, por lo tanto, cues­tion­able. “En cierto sen­tido, las sim­u­la­ciones evo­lu­ti­vas rem­plazan al dis­eño, ya que los artis­tas pueden usar este soft­ware para “criar” nuevas for­mas en vez de dis­eñar­las. Esto es bási­ca­mente cor­recto, aunque existe una parte del pro­ceso en la que el dis­eño delib­er­ado sigue siendo un com­po­nente cru­cial”.[3]

Si pen­samos en la gen­eración de un sis­tema que “cre­cerá” respon­di­endo a un grupo de reglas deter­mi­nadas y adap­tán­dose a un con­texto especi­fico, entonces nues­tra inter­ven­ción no desa­parece, como podría argu­men­tarse. Por el con­trario, se vuelve una inter­ven­ción mas pro­funda y com­pro­metida por su nece­saria renun­cia al con­trol sobre el pro­ducto final. Se requiere entonces un replanteamiento de pri­or­i­dades y val­ores común­mente con­sid­er­a­dos con­stantes en el que­hacer arqui­tec­tónico. Toda forma es el resul­tado de una serie de opera­ciones claras y definidas. La belleza se vuelve una con­se­cuen­cia y no un fin, despo­jando de valor alguno cualquier pre­ten­sión estética.

Mor­fogé­ne­sis

En su texto “Inma­nen­cia y trascen­den­cia de la géne­sis de la forma”, Manuel De Landa habla de las cual­i­dades inma­nentes de los mate­ri­ales y sus impli­ca­ciones en los pro­ce­sos de mor­fogé­ne­sis. “La forma de una bur­buja de jabón, por ejem­plo, emerge de las inter­ac­ciones entre las molécu­las que la con­sti­tuyen, en tanto son con­streñi­das energéti­ca­mente a “bus­car” el punto de mín­ima ten­sión super­fi­cial. En este caso no existe tal cosa como la esen­cia de la “bur­buja de jabón” que se impone desde afuera; una forma geométrica ideal –la esfera– con­fig­u­rando una colec­ción inerte de molécu­las. Mas bien, una forma topológ­ica endó­gena gob­ierna el com­por­tamiento colec­tivo de las molécu­las indi­vid­uales de jabón, haciendo emerger una forma esférica”.[4]En los pro­ce­sos evo­lu­tivos de dis­eño se busca aprovechar las cual­i­dades inher­entes no solo a los mate­ri­ales en la gen­eración de la forma, sino tam­bién al pro­ceso que det­ona la morfogénesis.

Al ser la apli­cación de sis­temas emer­gentes una metodología abso­lu­ta­mente proce­sal, el pro­ducto final es rein­ter­pre­tado como una instan­cia de una secuen­cia de crec­imiento casi infinita. Una sim­ple pausa en un pro­ceso dinámico atem­po­ral y no-lineal. Se crean mod­e­los genotípi­cos y se deter­mi­nan los cri­te­rios de eval­u­ación del fenotipo mas apto a la respuesta de fac­tores con­tex­tuales pre­de­ter­mi­na­dos. Entonces, nues­tra inter­ven­ción hace énfa­sis en la deter­mi­nación de las reglas que regirán al sis­tema y los fac­tores a los que responderá.

No es extraño que el con­cepto emer­gen­cia haya sido bien recibido por los arqui­tec­tos que ya cre­a­ban en un ambi­ente dig­i­tal, pero su apli­cación empieza en la con­cep­ción misma del proyecto y la forma en que es tratado y llega hasta los pro­ce­sos de pro­duc­ción del objeto obtenido. Con un énfa­sis en la relación entre el todo y no en la suma directa de sus partes, la emer­gen­cia nos hace ver un gran panorama de posi­bil­i­dades en cuanto a estrate­gias evo­lu­ti­vas y los efec­tos trans­for­ma­tivos de los pro­ce­sos.[5] Es inevitable por lo tanto, aprovechar la corta dis­tan­cia que existe ahora entre la con­cep­ción de obje­tos dig­i­tales y su mate­ri­al­ización. Los pro­ce­sos CAD y CAM han hecho mucho más que facil­i­tar la tran­si­ción virtual-real; han logrado que la “defor­ma­ción” que sufría el objeto al pasar de un plano a otro sea hoy casi nula. Téc­ni­cas como la estere­oli­tografía per­miten que los resul­ta­dos de explo­raciones mor­fo­genéti­cas puedan ser estu­di­a­dos físi­ca­mente para poder así deter­mi­nar las cual­i­dades estruc­turales que estas instan­cias for­males puedan tener (fig. 5 y 6)

“Hay que con­ce­bir la arqui­tec­tura como un campo de inves­ti­gación y no solo como una pro­fe­sión de ser­vi­cio. Así, el arqui­tecto se sitúa firme­mente en el cen­tro, y no en la per­ife­ria, de las redes de colab­o­ración entre inge­niería, inves­ti­gación de mate­ri­ales e indus­tria”. [6] Esta inter­dis­ci­pli­nar­i­dad tam­bién es car­ac­terís­tica con­se­cuente de una estrate­gia de pen­samiento emer­gente. Cada vez más arqui­tec­tos recur­ri­mos a indus­trias no direc­ta­mente rela­cionadas con la arqui­tec­tura en busca de infor­ma­ción para inves­ti­gación o incluso de solu­ciones mate­ri­ales o con­struc­ti­vas para la mate­ri­al­ización de los resul­ta­dos de estas inves­ti­ga­ciones. Las indus­trias del papel y tex­til, por ejem­plo, son unas de las más ver­sátiles cuando se solicita la elab­o­ración de un mate­r­ial nuevo o la uti­lización de fibras especi­fi­cas, y en una ten­den­cia hacia la unidad formal-estructural la explotación de nuevos mate­ri­ales a par­tir de aco­modo y ori­entación de fibras, esta aper­tura es impre­scindible. La insta­lación Marsyas de Anish Kapoor, pre­sen­tada en el Tate Mod­ern en el 2003, es un claro ejem­plo de la unión de estas dis­ci­plinas. La Unidad de Geometría Avan­zada de ARUP, lid­er­ada por Cecil Bal­mond, desar­rolló téc­ni­cas de mod­e­lado analítico en 3D com­bi­nadas con la gen­eración y el estu­dio de “pro­toti­pos rápi­dos” de cera que fueron usadas para su desar­rollo. Además, las propiedades mate­ri­ales de la mem­brana fueron inte­grales a la estruc­tura. La tela de PVC poliéster tuvo que ser hilada y recu­bierta bajo ten­sión para pro­por­cionar propiedades de ten­sión con­stantes. (fig. 7)

Es evi­dente que el papel del arqui­tecto esta siendo cues­tion­ado y las fron­teras de su campo de acción se diluyen cada vez más; esto se inten­si­fica al adop­tar el mod­elo de sis­tema emer­gente como plataforma de pen­samiento. Tratar un prob­lema bus­cando su solu­ción yendo de lo par­tic­u­lar a lo gen­eral requiere un rigor que pare­cería con­trario a la búsqueda de resul­ta­dos ines­per­a­dos. La detec­ción de patrones emer­gentes y de fenó­menos impre­deci­bles y la con­cep­ción de posi­bles apli­ca­ciones de los mis­mos hace de nues­tra inter­ven­ción una aparente apuesta por lo aleato­rio, casi un juego de suerte, cuando en real­i­dad no lleva a cues­tionarnos el ver­dadero sig­nifi­cado de “crear”.

[1] Manuel DeLanda. 
Deleuze and the use of the genetic algo­rithm in archi­tec­ture. 2004.

[2] http://projects.csail.mit.edu/emergentDesign/genr8

[3] Manuel DeLanda. Deleuze and the use of the genetic algo­rithm in archi­tec­ture. 2004.

[4] Manuel DeLanda. Inma­nen­cia y trascen­den­cia de la géne­sis de la forma. Arquine 28. Ver­ano 2004.

[5] Helen Cas­tle. Emer­gence in Archi­tec­ture. AA Files 50. Pri­mav­era del 2004

[6] Helen Cas­tle. Emer­gence in Archi­tec­ture. AA Files 50. Pri­mav­era del 2004