Asociación de dos espacios sin pausa
La pregunta siempre ha sido pertinente, no así relevante: ¿qué define al espacio? Su envolvente. El vacío. Sus habitantes. La percepción de éste. Nada. Cualquiera de estas respuestas puede ser respaldada por argumentos convincentes y reflexiones profundas. La apropiación del espacio. La construcción del espacio. Espacio público. Espacio privado. Tal parece que son los adjetivos y adverbios los que lo definen. Nos resulta fácil decir que el espacio “se construye por la ocupación de sus habitantes” o que la “apropiación del usuario le da existencia a una nada contenida”. Hay tantas frases construidas a partir de la poética del espacio como arquitectos que creen que la mano ve. Asumo el riesgo inherente de ponerme fenomenológico al hablar del espacio, incluso cederé un poco al recurrir a la descripción de mi experiencia (maldita objetividad inalcanzable). ¿Es el espacio una circunstancia? ¿Es un momento? Me inclino por pensar que simplemente es. Me interesa explorar esta noción a partir de dos piezas artísticas de creación reciente, cuya naturaleza relaciona directamente con el espacio que las contiene.
Es preciso preguntarnos: ¿qué pieza u objeto no lo está? Todos, pero en distintas intensidades; desde ahí donde podemos analizar sus relaciones y alteraciones. La primer pieza es “These associations” de Tino Sehgal, presentada como parte de The Unilever Series en el Turbine Hall de la Tate Modern en Londres. Despojada de artilugios técnicos, sin más medio que el cuerpo y su relación con otros, esta pieza recurre a elementos intangibles presentes en la vida cotidiana, como son el lenguaje y el encuentro. La sala es habitada por un ensamblaje de participantes que se valen del movimiento, sonido y la conversación, mezclados con movimientos coreografiados. Como dice la descripción, “la sala de turbinas está ocupada por la energía física y vocal de los participantes y visitantes”. Y es interesante que en una oración se enfaticen los elementos energéticos que la forman, así como la relación indistinta entre participantes y visitantes. De hecho, una de las características que más desconcierta de la pieza es precisamente que, al entrar a la sala de turbinas, no es evidente la majestuosa presencia de la pieza, lo cual sí ha caracterizado las intervenciones anteriores.
Mi acceso a la sala ocurrió en un momento de la coreografía cuando todos los participantes estaban dispersos, reunidos en grupos pequeños, en un acto de conversación tan casual que se mimetizaban con el resto de los visitantes.Con lentitud, comenzaron a reunirse en uno de los extremos, como si algo los llamara, para repentinamente comenzar a correr en grupo en todas direcciones siguiendo una dinámica de parvada o enjambre, donde no hay un líder evidente, pero hay ciertos miembros que estimulan el movimiento del grupo. Esto, aunado a una serie de gemidos y gritos grupales, exaltaba su presencia. Era imposible no notarlos, sin importar en qué lugar del salón estuviese el espectador. En algún momento me encontraba en el puente central, lo cual permitía observar el movimiento del grupo, pero obligaba a moverse de un lado a otro para poder seguirlos cuando pasaban por debajo de éste, algo que hacíamos más de una veintena de espectadores, integrándonos al movimiento de los artistas. Los cambios de intensidad de luz, sincronizados con momentos de la pieza, eran el vínculo final entre los artistas y el espacio.
La segunda es “Cinco variaciones de circunstancias fónicas y una pausa“, de Tania Candiani, expuesta en el Laboratorio Arte Alameda (LAA) de la ciudad de México. Esta exposición ocurre en circunstancias especiales, ya que marca la reapertura del LAA después de un exhaustivo periodo de renovación y restauración, el cual dio la oportunidad a la artista de ocupar el espacio en su totalidad, de extender su intervención incluso hasta el campanario y llegar más allá de los bordes espaciales del museo. La muestra se construye a partir de cinco grupos de infinitivos, con la colaboración de distintos artistas convocados debido a sus intereses. Explora de forma tangencial la definición del mensaje por el medio. Es evidente la intención de integración de las piezas al espacio, concebidas específicamente para el sitio. La posición de las piezas hace eco de su carga histórica, desde un órgano que sintetiza vocablos en vez de notas para construir frases mediante el código musical. El órgano está dispuesto de tal forma que ocupa el área del coro, donde estaba el órgano original, e invade la nave principal, con lo que se vuelve visible desde el acceso. Así, la presencia de los visitantes activa la reproducción de un texto preprogramado.
La nave principal alberga de forma lineal las cinco pianolas que combinan el medio codificado de las pianolas antiguas con las cápsulas que integran la pieza “Historias sonoras”. La pieza de video en dos canales correspondiente a la pausa… el campanario… la bordadora. #ESCRIBIR #PROGRAMAR #HABLAR #ESCUCHAR #CODIFICAR #LEER #PENETRAR #ESCUCHAR #VISUALIZAR #NARRAR #INTERPRETAR #ESCUCHAR #CONVOCAR #RESPONDER #REVELAR. Podría decir que esta serie de movimientos e intensidades de sonido y actividad construían el espacio. Lo cierto es que también podemos reducir todo lo percibido a fenómenos materiales. A mayor volumen, mayor alcance. A mayor número de ocupantes, mayor masa. Si el espacio es el contenedor, éste no se ve alterado. Si el espacio es la nada contenida, entonces se ve alterado por cincuenta personas en movimiento constante o por cinco instalaciones, al igual que las partículas que flotan en el aire, imperceptibles para nosotros.
*Texto publicado en Arquine No.63 | Espacio | “Asociación de dos espacios sin pausa”